Año: 2022

Un bocadillo humilde

La bolsa de papas fritas era pequeña, pero le enseñó una gran lección a una misionera norteamericana. Una noche, mientras trabajaba en República Dominicana, llegó a una reunión de la iglesia y, cuando abrió su bolsa de papas, una mujer que apenas conocía extendió la mano y se sirvió algunas. Otros también lo hicieron.

Huéspedes indeseados

Carlos y Alicia tuvieron una luna de miel maravillosa, pero, cuando volvieron a casa, descubrieron que él tenía un sarpullido extraño. Unos pequeños parásitos se le habían metido en los pies a través de ampollas provocadas por sus chancletas nuevas. Lo que empezó como una vacación de ensueño terminó en una batalla contra «huéspedes» indeseados.

Misericordias itinerantes

Si quisieras recorrer el suroeste de Estados Unidos, podrías empezar por un pueblito llamado Why [Por qué], en Arizona. Si avanzas a campo traviesa, llegarías a Uncertain [Incierto], Texas. Hacia el noreste, puedes descansar en Dismal [Deprimente], Tennessee. Por último, llegarías a Panic [Pánico], Pennsylvania.

Inútil sin amor

Al sacar de la caja las piezas de mi mesa de pedido especial y acomodarlas frente a mí, noté que había algo raro. Estaban la hermosa tapa y otras partes, pero le faltaba una pata. Sin una de las patas, no podría armar la mesa y no serviría para nada.

Toda la casa

Vestido con su mono a rayas, Santiago cruzó el húmedo gimnasio de la cárcel y se metió en la piscina portátil donde el capellán de la prisión lo bautizó. Pero su gozo se multiplicó cuando se enteró de que su hija, también reclusa, se había bautizado el mismo día… ¡en la misma agua! Cuando se dieron cuenta de lo que había sucedido, incluso el personal se emocionó.

Los músculos de la fe

Durante una visita al zoológico, me detuve a descansar cerca de la guarida del perezoso. La criatura estaba colgada cabeza abajo. Parecía contenta así, completamente quieta. Suspiré. Debido a mis problemas de salud, me costaba quedarme quieta y anhelaba avanzar, hacer algo… Pero, mientras miraba el perezoso, observé cómo estiraba un brazo, tomaba una rama cercana y se detenía otra vez. Estar quieto requería de fuerza. Si quería contentarme con moverme despacio o quedarme quieta, necesitaba más que unos músculos fuertes. Para confiarle a Dios cada momento de mi vida, necesitaba un poder sobrenatural.

¿Quién es Jesús?

¿Quién cree la gente que es Jesús? Algunos dicen que era un buen maestro, pero tan solo un hombre. C. S. Lewis escribió: «O este hombre era, y es, el Hijo de Dios, o de lo contrario, era un loco o algo peor. Puedes hacerlo callar como a un necio, puedes escupirlo y llamarlo un demonio, o puedes caer a sus pies y llamarlo Señor y Dios. Pero no nos inventemos alguna tontería arrogante y digamos que fue un excelente maestro humano». Estas conocidas palabras de Mero cristianismo proponen que Jesús no habría sido un gran profeta si hubiera afirmado falsamente que era Dios. Esa sería la mayor herejía.

Un espíritu enseñable

Tristemente, se ha vuelto «normal» atacar no solo las opiniones de los demás sino también a la persona que las expresa. Esto también sucede en los círculos académicos. Por eso, quedé atónito cuando el teólogo Richard B. Hays escribió un artículo en el cual criticaba fuertemente una obra que él mismo había escrito años atrás. Así, demostró una gran humildad de corazón al corregir su propia forma de pensar en el pasado.

Verdadera libertad

Mientras leía en el tren, Meiling estaba ocupada resaltando frases y escribiendo notas al margen del libro. Sin embargo, una conversación entre una madre y su hija le llamó la atención. La mamá estaba corrigiendo a la niña por hacer garabatos en su libro de la biblioteca. Meiling guardó rápidamente su bolígrafo, porque no quería que la niña siguiera su ejemplo e ignorara las palabras de su madre. Sabía que no entendería la diferencia entre dañar un libro prestado y escribir notas en uno propio.

Cuidarnos los unos a los otros

José, un maestro suplente de 77 años, vivió en su auto durante ocho años. En lugar de usar el dinero destinado al alquiler, José lo enviaba a muchos familiares en México, que lo necesitaban más. Temprano cada mañana, uno de los exalumnos de José lo veía hurgar en el baúl del auto. «Sentí que tenía que hacer algo al respecto», dijo el hombre. Así que organizó una recaudación de fondos y, semanas más tarde, le dio a José un cheque para ayudarlo a pagar un lugar donde vivir.